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Es la más tradiconal de Pátzuaro, es un baile lleno de sarcasmo contra los españoles. Los danzantes llevan máscaras rosadas simulando la cara de un viejito español e inician el baile con pasos temblorosos y renqueantes.... y de repente, al ritmo de la música, se lanzan a zapatear y saltar frenéticamente. Los domingos se pueden ver grupos de danzantes en las plazas de Morelia o Pátzcuaro. http://www.youtube.com/watch?v=vkEA12kF2ZI&feature=related
Les comparto mi poema, inspirado en esa bellísima tradición:
ResponderEliminarLA DANZA DE LOS VIEJITOS
"El célebre Tata Vasco, vio bailar viejo tarasco."
La Danza de los Viejitos,
bastones, máscaras, mitos,
con su traje peculiar,
lucen, brillan a radiar.
Que lindos esos atuendos,
dignos de hombres estupendos,
son por todos admirados
los “uarharis” encorvados.
De Jarácuaro su alma,
usan sombreros de palma,
les cuelgan varios listones,
de Michoacán son pendones.
Gabanes, rojos colores,
grecas negras, ¡son señores!,
es nívea la lana
que los engalana.
Muy vistosa esa franela,
¡que toquen “Flor de Canela”!
y luego “La Golondrina”,
esa pieza es su madrina.
Camisas de manta blanca,
calzones de poca zanca,
sus finos bordados
están bien labrados.
Calzado incansable
de cuero o baqueta,
la suela admirable
resuena coqueta.
Un bastón que no se quiebra,
la madera tiene un don,
parece hasta que celebra,
es muy fino ese bordón.
Son expertos danzarines
y ya carecen de muelas,
bien escuchan los violines,
contrabajos, las vihuelas.
Tienen mucha resistencia,
que bailen “La Competencia”,
purépecha melodía
que alegra la luz del día.
Para éllos, su gran edad,
es poca, una nimiedad,
no hay fatiga en el danzar,
jamás quieren descansar.
Sus achaques y temblores,
hablan de sus mil amores,
en máscara la sonrisa
porque no les corre prisa.
Su patrón, el Niño Dios,
nunca les dará un adiós,
“t’arhepitis” lo han consentido,
desde muy recién nacido.
Benditos están sus pies,
pocas veces un traspiés,
¡que pegue bien el huarache
contra el piso, que retache!
Que sacudan la polilla,
son toda una maravilla,
es verdad, están longevos,
¡pero le echan muchos hue . . .!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Morelia, Michoacán, México, abril del 2010.
Reg. INDAUTOR 03-2010-102913333100-14 Dedicado a mi ahijado, José Alexis López Gabriel.